viernes, 28 de noviembre de 2014

Niños con Tartamudez

Se habla de tartamudeo cuando el niño repite las sílabas, los sonidos, las palabras o las frases enteras, o bien cuando titubea para empezar a hablar. Lo más frecuente es que la tartamudez sea un trastorno de tipo emocional o relacional, que se manifiesta en la comunicación verbal y se ve agravado o mejorado según el estado emocional del niño. Cuando se equivoca, el niño intenta controlarse y corregirse, pero cuanto más se controla, peor se expresa, aumentando sus tartamudeos.

Muchos de los problemas de fluidez (entre el 65 y el 85%) desaparecen espontáneamente, sin tratamiento, en los dos años posteriores a su aparición, pero entre el 20 y el 50% de estos problemas iniciales pueden continuar hasta la edad adulta.









Es conveniente no corregirle ni obligarle a hablar bien. Es recomendable ignorar su tartamudeo y seguir hablando con él cuando se le ve hablando con normalidad. Es importante no exigirle lo que está por encima de sus posibilidades.
Cuando se convierte en un problema hay que acudir a un profesional que lo trate. Se puede consultar a un logopeda, le ayudará a pronunciar las letras y las palabras en las que tiene mayor dificultad lo que puede darle confianza para sentir el control de su aparato fonador y le resolverá el problema. Si no te da resultado acude a un psicólogo, dará un tratamiento más global a las complicaciones de ansiedad, y las personales y familiares que se hayan articulado alrededor del tartamudeo.

 En el aula es normal que surjan algunos problemas a la hora de tratar con un niño con tartamudez, por eso a la hora de hacerle una pregunta es aconsejable que se supriman las preguntas innecesarias, hacer preguntas cuyas respuestas sean cortas, tratar que el niño con tartamudez sea el primero en responder, ya que, en caso contrario, la tensión y la preocupación aumentarían mientras esperara su turno, indicar a todos el alumnado de la clase que tendrán tanto tiempo para contestar como necesiten, usar estrategias para obtener la información que queramos de forma indirecta, es decir, dejando al niño/a que tartamudea la decisión de contarnos algo o no. Por ejemplo, en vez de preguntarle directamente: “¿Qué hiciste el fin de semana?”, se le puede decir: “Ayer hizo un día muy bueno, seguro que no te quedaste en casa”.
También podemos evitar problemas a la hora de realizar una tarea de lectura, aunque hay niños/as que tartamudean más cuando leen y otros que son completamente fluidos. Para cada caso hay que utilizar dos tipos de estrategias diferentes: en el caso de que nuestro alumno/a tartamudee más cuando lee en voz alta que cuando se expresa a través del lenguaje oral espontáneo, procuraremos crear situaciones en las que la lectura no se convierta para él en un momento de preocupación y, por tanto, de estrés comunicativo o en el caso de que el alumno/a que tartamudea se exprese de una manera más fluida cuando lee en voz alta, procuraremos favorecer las situaciones de lectura para reforzar esos momentos de fluidez.

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